El propietario de la obra que incluye un consorcio privado y Brisa (autoridad portuguesa de autopistas), obligó a las tres subcontratas de cimentaciones especiales a concluir los aproximadamente 1000 pilotes (11km de viaducto), en 12 meses. Los pilotes tenían un diámetro de 1500 mm y profundidades entre 42 metros y 60 metros. Las preocupaciones medioambientales fueron muy elevadas pues la obra estaba localizada en una zona agrícola. El propietario de la obra obligó a la realización de análisis de laboratorio del producto aislado y producto aplicado, es decir, mezclado con agua y suelo excavado.
El método inicial implicaba el encamisado integral de acero recuperable. Este método exigía el vibro clavado de 3 segmentos de camisa soldados (por pilote). En el hormigonado, la recuperación de la camisa, conllevaba su corte en 2 secciones y exigía un personal especializado. Por lo tanto, este método resultó demasiado costoso e inadecuado para cumplir con los plazos exigentes. En tan solo 9 meses de trabajo, se realizaron 500 pilotes (la mitad del proyecto). Las condiciones geomorfológicas eran muy exigentes. Existía una primera capa de cerca de 25 metros de fango de compacidad muy baja (SPT cero), seguido de una formación de arena fina a gruesa de potencia comprendida entre 15 y 20 metros que precedía a una capa de arena mediana a gruesa con guijarros abundantes (30cm diam. Max). El empotramiento de los pilotes se realizó en 4 metros de grava con matriz arenosa.
En sólo 4 meses se realizaron los 500 pilotes que faltaban. La producción se triplicó y los plazos fueron cumplidos.
Con el cambio de método se verificó: